Uno de los lugares más impresionantes e interesantes de la geografía pirenaica es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Un paisaje lleno de contrastes, fruto de una complicada historia geológica y morfológica.
Uno de estos valles, el Valle de Ordesa, es el que vamos a conocer a través de una de las rutas trazadas en el interior del Parque Nacional: el Itinerario Pradera de Ordesa-Senda de los Cazadores-Faja de Pelay-Circo de Soaso-Pradera.
Esta ruta, sin dificultad técnica pero que puede resultar larga si no se está acostumbrado (6-7h con paradas), nos revelará un paisaje y unas vistas inolvidables sobre el Valle de Ordesa y el Macizo Monte Perdido que bien harán merecer la pena todo el esfuerzo realizado.
El primer punto revelador de este recorrido se encuentra en el mirador de Calcilarruego (1.900m), al que se llega tras ascender unos 600m por la Senda de los Cazadores; senda de fuerte pendiente y tortuosa que no se recomienda en sentido inverso.
El mirador nos descubre las primeras vistas e impresiones del Valle de Ordesa, el que dio origen a este Parque Nacional.
Nos encontramos en el punto más ancho de este valle, modelado por un glaciar hace unos 15.000 años durante el último periodo glaciar. La masa de hielo que en esa época geológica se deslizó pendiente abajo, erosionó las paredes y el fondo del valle hasta darle la forma característica de un valle glaciar, amplio y abierto, en forma de artesa o de “U”, con rasgos tan característicos como las fajas, cornisas salientes en lo alto de la ladera que parecen desplomarse sobre el fondo del valle.
Desde el mirador, contemplamos puntos de la orografía de Ordesa, como son el Circo de Cotatuero y su cascada, las fajas de Racón y Fracuata, el Gallinero y el Tobacor.
Avanzando un poco por el camino de la Faja de Pelay, se puede distinguir a lo lejos, frente a nosotros, la singular Brecha de Roldán. Esta brecha, que se abre a modo de puerta en la cresta del macizo, haciendo frontera con Francia, es el resultado de la acción erosiva del agua cincelando sobre materiales de diferente dureza.
El recorrido lo continuamos a lo largo de la Faja de Pelay, siendo conscientes a cada paso de lo que estamos contemplando: paredes y cornisas que revelan la erosión sufrida, la amplitud y profundidad del valle, el río y cascadas que lo bañan, crestas y brechas que se adivinan algo más lejos…todo ello acompañado de los cambios y contrastes de la vegetación y fauna, que visten y acompañan este espectacular paisaje.
Al final de la Faja de Pelay, llegamos al fondo del amplio circo Soaso, lugar que se corresponde con lo que fue la parte superior del glaciar.
Desde aquí, podemos observar la panorámica del macizo Monte Perdido y acercarnos a la cabecera del valle para admirar la hermosa cascada de la Cola de Caballo.
Desde el circo Soaso comenzamos el recorrido por el fondo del valle, dejando a ambos lados sus impresionantes paredes y siguiendo los pasos del río Arazas, escultor actual del mismo.
Pasamos por las Gradas del Soaso, donde el río se descuelga formando escalones y dejamos atrás las zonas de pastizales y pino negro para introducimos en el bosque de hayas y contemplar la cascada del Estrecho; continuamos el camino hasta el mirador de la cascada de Arripas y de ahí a la Pradera, donde habíamos empezado el día.
¡Espero que os haya gustado!
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