Extraña sensación produce este lugar cuando caminas por él
Su soledad, su ambiente inalterado, salvaje, su luz y color…
Caminas por él sabiendo que son pocos los que lo hacen. Te embarga la paz que transmite, su hermosura…, es entonces cuando tu corazón anhela que permanezca así, puro, inalterado por los días de los días.
Este remoto lugar de la Patagonia es el Parque Nacional Perito Francisco Moreno.
El Parque Nacional Perito Francisco Moreno será tu siguiente parada en esta ruta patagónica.
Un lugar de belleza espectacular que reune valores naturales, arqueológicos y paleontológicos. Aislado de las poblaciones cercanas por la distancia que les separa y sin rutas importantes que pasen cerca de él, permanece prácticamente inalterado, salvaje, lo que incrementa su magia.
Son varias las rutas que recorren parte de sus 115.000 ha. Más o menos largas, con mayor o menor dificultad o de uno o varios días. La Senda de la Laguna Pescado es una de ellas, sencilla y de corta distancia (4 h) pero que te adentrará en este paraje y te permitirá conocerlo.
La Senda de la Laguna Pescado comienza en la pista que te lleva hasta el istmo del Lago Belgrano.
Este lago, uno de los protagonistas del paisaje durante este recorrido, es uno de los ocho lagos que alberga el parque. Lagos que se sitúan sobre valles glaciares y rodeados por las abruptas montañas con sus picos nevados. Siete de estos lagos, incluido el Lago Belgrano vierten sus aguas en la cuenca del Pacífico y tan solo uno, el Lago Burmeister, lo hace sobre la cuenca atlántica.
El paisaje, nada más comenzar el camino, te muestra sus contrastes. El azul glaciar de las aguas del lago con la dureza de las montañas nevadas y la estepa, que más al oeste dará paso a los bosques subantárticos.
Sí, la estepa es el primero de los ambientes con el que te encuentras. Viene ocupando los terrenos más hacia al este del parque nacional, donde la humedad y las precipitaciones que traen los fuertes vientos del oeste son escasas.
Su vegetación es achaparrada y espinosa, con hojas pequeñas o sin ellas, adaptada a la dureza del clima, sus bajas temperaturas (hasta 25ºC bajo cero), sus fuertes vientos, la sequedad de sus veranos o las fuertes nevadas de sus inviernos.
Es el ambiente de la mata torcida (Nardophyllum bryoides), la paramela (Adesmia boronioides), el neneo (Mulinum spinosum) o del coirón (Festuca pallescens).
Los cursos de agua y las lagunas dan cobijo a algunas aves como los cauquenes (Chloephaga picta) y patos, que nidifican en verano, o los cisnes y macaes (Podiceps gallardoi), entre otros. Y en los valles corretean en grupo los guanacos (Lama guanicoe) junto a choiques (Pterocnemia pennata), y sigilosamente los zorros grises (Lycalopex griseus) y colorados (Lycalopex gymnocercus) o los tímidos piches (Zaedyus pichiy). ¡Estate atento!
El camino que recorre el istmo del Lago Belgrano te hace pasar próximo a la orilla del mismo, junto a su playa donde podrás observar los guijarros blancos que cubren su fondo y contribuyen a esa especial tonalidad azul de sus aguas.
Si levantas la vista, tendrás la imagen de Cerro Mié que se levanta imponente, con sus picos aserrados que se prolongan en la cadena montañosa que rodea esta parte del lago. En los altos de sus laderas es probable que sobrevuele el cóndor (Vultur gryphus) o el águila mora (Geranoeatus melanoleacus).
La ruta, que continúa en sentido oeste y asciende por una ladera, te va introduciendo en una zona de transición, dónde aparecen los ñires (Nothofagus antarctica) y las lengas (Nothofagus pumilio) junto a los arbustos del notro calafate (Berberis microphylla).
Es difícil que te encuentres con los zorros o los pumas (Puma concolor) que recorren estos lugares, pero si es posibles encontrar alguna señal de su paso. ¡Fíjate bien!
La zona de bosques queda más al oeste, junto a los últimos lagos y la cordillera que limitan el parque y la frontera con Chile. No llegarás hasta allí, ni mucho menos, en esta senda pero no está de más contarte que en ellos dominan las lengas, y las orquídeas, musgos y helechos tapizan sus suelos.
Las laderas de las montañas, los bosques y en ocasiones los valles son lugares por donde se mueve el más preciado de los protagonistas de este parque y emblema del mismo, el huemul (Hippocamelus bisulcus).
Este cérvido, autóctono de esta región patagónica, es difícil de ver. Su situación de especie amenazada le ha valido el ser declarado monumento natural y el Parque Nacional de Perito Moreno es hoy por hoy su lugar de amparo. ¡Quién sabe, igual tienes la suerte o el privilegio de verlo!
Desde lo alto de la ladera disfrutas de unas hermosas vistas del lago y de las montañas.
En este momento de contemplación puedes pararte a imaginar como era ese paisaje hace 10.000 años, cuando llegaron sus primeros pobladores. Es esos tiempos los glaciares eran más extensos y un gran lago cubría la mayor parte del valle. Desde entonces hasta ahora ha ido poco a poco adquiriendo el aspecto que ahora contemplas y los vestigios de sus primeros pobladores han quedado en los restos arqueológicos que se localizan en algunos puntos de este lugar. Restos de artefactos de piedra y hueso o las pinturas rupestres en las rocas son el testimonio de su presencia.
También han dejado su huella las comunidades vegetales y animales que conformaban el paisaje de antiguas épocas geológicas, quedándo sus restos fósiles distribuidos por estos lugares.
El sendero termina en la Laguna Pescado, una pequeña y hermosa laguna en medio de todo este paisaje que se convierte en el lugar adecuado para quedarse un rato a disfrutar de este entorno y de las sensaciones que te produce.
En un rato retomarás el camino de vuelta aunque una parte de este lugar se irá contigo, grabado en tus recuerdos…
Nota: Información práctica sobre los accesos al parque, sus normas y recomendaciones en la web oficial del mismo.
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