El Camino Real de Chasna es una ruta histórica que recorría de banda a banda la Isla de Tenerife, comunicando las comarcas del Norte con las del Sur y viceversa.
Heredado de los antiguos caminos guanches, pasó a ser uno de los caminos reales tras la conquista de la isla y se estuvo usando hasta mediados del s.XX. Actualmente, en un intento de que no quede en el olvido, forma parte de otras rutas que lo recorren, como son las Siete Cañadas, el Camino natural de Anaga-Chasna (GR-131) o el sendero Camino de Chasna-Paisaje Lunar (PR-TF 72)
Este camino real partía del Valle de La Orotava ascendiendo hasta el Portillo, cruzando las cañadas hasta la Degollada del Guajara para comenzar el descenso hacia Vilaflor (Chasna antiguamente) y Granadilla.
Era una ruta larga, que se realizaba en una o dos jornadas y que permitía el intercambio de productos agrarios entre las comarcas, y el cambio estacional de las zonas de pastoreo.
Aún hoy, entre los mayores se recuerda este camino, memoria de otra época, en la que el tiempo y la vida transcurrían de forma bien distinta a la actual. Así nos cuentan como, del Norte, se llevaban papas bonitas y castañas que eran cambiadas por higos o cereales en el Sur. El queso de cabra, la miel, las lentejas, las semillas de papa o las frutas eran otros de los productos que se comercializaban. El camino se usaba también para el transporte de leña y madera, procedente de las zonas de Monteverde y Pinar, o para ir a buscar los bloques de hielo a las Cañadas que después se vendían a las gentes acomodadas, o para el transporte del azufre que se extraía de las fumarolas del Teide.
Si bien, el sentido original de este camino fue la comunicación mercantil entre las comarcas, también se convirtió en la ruta seguida por viajeros, turistas y naturalistas, en su visita a Las Cañadas y al Teide.
Las crónicas y relatos que éstos dejaron nos han permitido conocer un poco mejor la evolución de este camino real, sus usos y los cambios producidos en su entorno. Así por ejemplo, durante el s.XVIII y comienzos del s. XIX, el camino, en su tramo hasta llegar al Portillo, fue objeto de varios estudios botánicos sobre la influencia de la altitud y climatología en la composición vegetal, formando los pisos de vegetación. Naturalistas como Louis Feuillée o Alexander von Humboldt son algunos de los que dejaron constancia de dicha influencia.
Louis Feuillée, tras sus ascensión al Teide en 1724, relata la variedad de climas y de paisajes vegetales que encontró y realiza la primera descripción del endemismo Violeta del Teide (Viola cheiranthifolia).
Por su parte, Alexander von Humboldt, con sus estudios sobre la flora de Tenerife y tras sus ascensión al Teide (1799), nos dejó la primera definición de pisos de vegetación que distinguió es su camino, describiendo hasta 5 pisos diferentes. Posteriormente, Leopold von Buch (1836) aportó nuevas conclusiones con sus estudios y realizó una nueva descripción de pisos de vegetación o regiones, como las llamó.