Dos o tres días en la isla de la Gomera hacen inevitable el ser tentado por los secretos del bosque ancestral que domina la altiplanicie central de esta pequeña isla. Como si de un bosque de cuento se tratara, la Laurisilva te adentra en un mundo de neblina y humedad, donde el verde de la densa vegetación te envuelve en una mágica ensoñación que despierta la imaginación. Nos adentramos en el Parque Nacional de Garajonay.
La Laurisilva es el nombre que reciben estos bosques húmedos, vestigios de selvas subtropicales que se extendían por el Mediterráneo durante el Terciario, y que resistiendo los cambios climáticos del Cuaternario, han prevalecido en la región macaronésica. Niebla, humedad y lauráceas serían los términos claves que a groso modo la definirían, entendiendo con esto que son bosques que requieren de un gran aporte de humedad, en forma de continuas o frecuentes nieblas, y donde dominan las lauráceas como especies vegetales. Ejemplos de estas últimas son el Laurel o Loro (Laurus novocanariensis), el Viñatigo (Persea indica), el Tilo (Ocotea foeteus) o el Barbusano (Apollonias barbujana).
En la isla de la Gomera, este emblemático y singular bosque constituye el corazón del Parque Nacional de Garajonay. Corona la parte central de la isla, entre lomadas y pequeños valles, y encuentra sus límites en los pronunciados escarpes que se abren en su perímetro, dejando visible la estructura geológica volcánica sobre la que se asienta.
Es también en esta zona perimetral donde se dejan ver otros elementos representativos de este parque nacional, los roques o pitones. Majestuosos e imponentes, erguidos como prueba de la actividad volcánica de la isla que se remonta a hace 2 millones de años y que hoy, la intensa erosión ha dejado al descubierto. Hablamos de los roques de Agando, Carmona, Zarcita y Ojila.
Los bosques de Laurisilva de la Gomera son la muestra mejor conservada de este tipo de vegetación, suponiendo más de la mitad de la extensión que de este tipo de bosque, en estado maduro, existe en todo el Archipiélago. La casi continua niebla, que asciende empujada por los alisios desde su vertiente norte, aporta esa elevada humedad en forma de lluvia horizontal que caracteriza a este piso de vegetación y a este ecosistema insular. Esta humedad, absorbida a su vez por el terreno, es fuente de agua para la isla, en la que aún perduran algunos cursos naturales.
La orografía y las características bioclimáticas han propiciado el desarrollo ecosistémico del Parque Nacional de Garajonay que presenta una gran riqueza de endemismos (la mayor de la Red Estatal de Parques de España en cuanto a flora vascular), contando con unas 250 especies endémicas entre exclusivas de la isla, de Canarias y de la región macaronésica. Este conjunto de valores naturales del parque nacional le han valido el reconocimiento como zona ZEC y ZEPA dentro de la Red Natura 2000 y como Reserva de la Biosfera (2012), constituyendo, la Laurisilva, el hábitat más importante de la UE para la conservación de Briófitos. Y junto a estos valores naturales se unen también los culturales, haciendo que este parque nacional forme parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1987.
Adentrarse en el Parque Nacional de Garajonay es adentrarse en sus senderos para experimentar las sensaciones que produce el verse envuelto es ese bosque ancestral subtropical de la Laurisilva, en sus estado más puro. Desde la carretera puede hacerse la ruta que visita los diferentes miradores y vistas de los roques, así como recorrer algunos tramos que dejan entrever la envergadura de estos bosques de Laurisilva, como la carretera que cruza el parque desde Laguna Grande hacia el Centro de visitantes «Juego de Bolas», o la pista que te adentra en el Caserío del Cedro, donde se encuentra el restaurante y camping «La Vista». Pero sin duda, lo mejor forma de disfrutar y apreciar este paraje es dejar aparcado el coche y adentrarse en algunos de sus senderos.
El Parque Nacional de Garajonay dispone de una red de senderos bien señalizada, con posibilidad de rutas de diferente duración y nivel, circulares o no, que fácilmente se pueden consultar en los puntos de información del parque . También desde el Centro de Visitantes «Juego de Bolas» se ofertan servicios de visitas guiadas por personal del parque, lo que puede ser una interesante opción.
Dentro de esta red de senderos, algunas propuestas para que te lleves una buena visión de este parque nacional serían:
Raso de la bruma (sendero nº 12): la niebla es la protagonista de este pequeño sendero representativo de la magia de este bosque de Laurisilva. Comenzando en lo alto de la ladera te introduce ligeramente hacia la vertiente norte de la isla, de ahí la neblina que lo envuelve. No es más que un pequeño paseo de unos 40 minutos (ida y vuelta) pero que te traslada de lleno al interior de este bosque, donde los musgos y líquenes recubren y cuelgan de los retorcidos troncos que se enlazan entre sí, enredados, en busca de la luz. En la ladera del barranco, los helechos tapizan el suelo como si de un manto que lo recubre se tratara.
Este sendero del Raso de la bruma es un paseo bien corto y sin dificultad, apto para niños, por lo que se puede complementar con otro sendero, el de La Cañada de Jorge, por ejemplo, que se encuentra en la vertiente opuesta, justo al otro lado de la carretera y del aparcamiento donde has dejado el coche.
La Cañada de Jorge (sendero nº 10) es un sendero circular, de unos 3,4 Km y 1,20 h, sencillo y también perfecto para hacer con niños, que ofrece en alguno de sus tramos una espectacular visión de la altura (hasta 20 m) que pueden alcanzar los brezos (Erica arborea). Además de estos, no dejan de estar presentes toda una comunidad de criptógamas (musgos, hepáticas, hongos, líquenes y helechos) entre y sobre las sinuosas formas de los laureles, follaos (Viburnum rigidum), fayas (Myrica faya) o acebiños.
Otro sendero interesante y que da una visión algo distinta a los anteriores, pero bien representativa de las variantes dentro de este piso de vegetación, es el sendero Laguna Grande y Alto de Garajonay (sendero nº 14). Este sendero completo (circular) es de unos 10 Km aproximadamente pero se puede hacer una variante reducida (según disponibilidad de tiempo y esfuerzo), saliendo desde el aparcamiento de El Contadero, en sentido hacia Las Cancelas y de ahí al Alto de Garajonay y vuelta al aparcamiento. Esto supondría una duración de aproximadamente 3h a ritmo bien tranquilo y con la única pega del pequeño desnivel para llegar al Alto de Garajonay, que bien merece la pena.
Lo característico del sendero 14 es que la vegetación dominante en este tramo es el Fayal-Brezal, propio de las vertientes sur del parque (más secas), de las cumbres más elevadas y de los lugares rocosos de escaso suelo, así como de las zonas degradadas por la acción del hombre. Como su nombre indica, las fayas y el brezo son las especies dominantes entre otras, como el morgallón (Ranunculus cortusifolius), la siempreviva (Myosotis latifolia) y el patacuervo (Geranium canariense). Pero actualmente, la visión de esta zona va a resultar un poco desoladora al estar aún recuperándose del último incendio que sufrió la isla (agosto del 2012) y que afectó a 750 ha del parque. Hay que decir, que los incendios son la principal amenaza sobre este parque nacional. No obstante, no deja de ser esperanzador observar como poco a poco la zona hace por recuperarse…
Este sendero tiene además el aliciente de subir al punto más alto de la isla, el Alto de Garajonay a 1484 m., que ofrece unas maravillosas vistas a todas las vertientes del parque y de la isla, y con suerte, si no hay nubes de por medio, a las islas de Tenerife, La Palma e incluso la del Hierro. Este punto de la isla tiene también su valor cultural, al ser un lugar de culto dentro de la cultura aborigen prehispánica, donde se realizaban ceremonias de ofrendas y oración. Actualmente se ha dejado en el lugar una reproducción de los restos hallados.
Y finalmente, para completar el recorrido por este parque y por sus bosques ancestrales, que mejor que realizar el sendero de El Contadero-Chorro del Cedro (sendero nº 9). Un sendero lineal que te adentra en el Barranco del Cedro, en un paraje donde la Laurisilva resulta espectacular. El agua es un elemento protagonista de este recorrido, así como la exuberancia del bosque. Un suelo rico en materia orgánica, árboles alcanzando alturas espectaculares y formas imposibles, la penumbra que acompaña el camino con pequeñas incursiones de la luz entre la vegetación…El viñátigo y el til son los amos del lugar, junto a los helechos que acompañan los cauces de los arroyos. La píjara (Woodwardia radicans), el helecho de monte (Diplazium caudatum) y el helecho de cristal (Vandenboschia speciosa)… ¡Un lugar mágico sin duda!
Este sendero es de unos 5,8 Km (ida), con un desnivel de 280 m y aproximadamente 2,30h de duración (no olvidar que hay que calcular la vuelta), en el que resulta ideal, y diría que imprescindible, hacer una parada técnica para comer en el Restaurante La Vista (Caserío del Cedro) para probar su mítico potaje de berros, con el gofio, el queso y demás productos de esta tierra, completamente en sintonía con el entorno y el paisaje.
Del mismo modo, si ya has visitado el Caserío del Cedro accediendo en coche a través de la pista que lo comunica, esta última ruta que te he propuesto la puedes acortar, haciendo más o menos la mitad del recorrido (hasta las Mimbreras) y pudiendo ser un complemento a otras visitas que hagas por la isla u otras rutas cortas.
Sin más, espero que este artículo te haya servido para tener una buena visión de estos bosques de Laurisilva y de este hermoso Parque Nacional de Garajonay, que te sirva para planificar tu visita y que te anime a descubrir sus secretos. Si es así, no dejes de darnos tu opinión, animarnos a seguir con un «me gusta» y compartirlo si crees que puede serle útil a otros.
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