«Desde aquí tenía bajo mis pies 1.200 m de caída. No era broma, sin duda. El esfuerzo era grande y abrir huella nos había puesto el corazón a mil. En el último paso afianzo el piolet en el suelo, paso la cuerda por el ocho, afianzo el segundo piolet conmigo y Eddi se lanza a la cumbre. Va quitando nieve del extraplomo, haciéndolo pendiente; clava el piolet, afianza crampones; un paso, dos, tres, cramponazo, sigue…oigo su respiración y se pierde a la vista. La cuerda sigue subiendo, pasa un rato, me grita: ¡llegué, llegué! ¡Vamos,…estás asegurado! Lo intento. Afianzo mi ocho a mi arnés, cojo en ese momento los dos piolets. Nada me parará. Subo, lanzo con gran fuerza el piolet y trato de clavarlo bien. Tiro, aguanta, me impulso. El segundo piolet,…segundos…clavo, aguanta, segundo impulso. Clavo crampón, sigo, estiro mi brazo y clavo. Tercer impulso. Subo. Lo tengo. ¡Llegué!…¡ja, ja, ja, ja! ¡Qué alegría! ¡Llegué, llegué, llegué! El Cayambé es nuestro. El tiempo era inmejorable y las vistas también. A 360° se veía todo, hasta el horizonte. En frente de mí, se divisaba el Amazonas, su cuenca. A mi izquierda, Colombia y sus montañas. Un poco más a la izquierda, la segunda cumbre de Cayambé, Santa Bárbara. Detrás de mí, de espaldas al Sol, el Pacífico y antes el volcán Antisana, cuya vista nos había acompañado en toda la escalada. A mi derecha, se veía el Cotopaxi y a lo lejos, entre las nubes, el Chimborazo y el Carihuazo. ¡Qué belleza! ¡Qué magnitud y qué sensación! ¡No puedo describir lo que siento!»
Fragmentos del diario de viajes Volcanes sobre nubes.
El volcán Cayambé (5.790 m) está justo en la línea del ecuador. En una noche limpia, desde él se pueden observar al tiempo la Cruz del Sur (hemisferio sur) y la estrella Polar (hemisferio norte), con gran dimensión y de forma espectacular. Es el único punto del planeta donde la latitud y la temperatura coinciden alcanzando los 0°.
Se cree que es un volcán extinto aunque aun presenta fumarolas. Los vientos son frecuentes en su cumbre, así como las contínuas nevadas. Su escalada es espectacular debido a un «hongo de nieve» que se levanta en su parte somital, siendo necesario superarlo para hacer cumbre.
El volcán Cayambé se encuentra al Norte de Ecuador, a unos 70 Km al Noreste de Quito. Una vez que se llega a la población de Cayambé, se toma la vía en dirección al caserío de Juan Montalvo, luego se pasa por la hacienda de Piomonte y se llega al refugio Ruales-Oleas-Bergé. Este refugio lleva los nombres de tres montañeros desaparecidos por una avalancha ocurrida en este nevado.
La ascensión al volcán Cayambé es similar a la del Cotopaxi o la del Chimborazo y se realiza también a medianoche. Al salir del refugio se pasa a una zona rocosa y se entra en el glaciar. Hay que ir pasando sus grietas y solventando los bloques de hielo.
Ya en la parte superior del glaciar se toma una travesía ascendente hacia la izquierda, para llegar al paso de los Picos Jarrín. Desde aquí se accede directamente a la cima, no sin encontrar obstáculos en este último tramo.
Aparecen las grietas, aumenta la pendiente y hay que superar una pared final con extraplomado, con forma de hongo somital, para llegar a la cima. Es necesario la cuerda y auto-asegurarse.
Para el descenso hay que deshacer la misma ruta realizada durante la ascensión y se hace necesario poner banderolas de señalización por las neblinas y tormentas vespertinas que son muy frecuentes.
La ascensión al Cayambé es, sin dudarlo y a mi juicio, la ascensión más bonita de todos los nevados de este país, pero aún nos queda un último objetivo por alcanzar. El Chimborazo nos espera.
Textos de @Efren_ST