«La noche comenzaba a estar muy oscura y se notaban las nubes que subían con mucha humedad. Así seguimos hasta la última parte. Quedaban 500 m para llegar. Nos encontrábamos en la parte más difícil y teníamos que superar las rampas más duras, las grietas y seracs más expuestos e impresionantes. Creo que nos hallábamos ya en el paso de Yanasacha, una pared rocosa. Poco a poco vamos ascendiendo…La altura no me estaba perjudicando por lo que tenía buenas sensaciones. Esto me animaba y el ritmo era rápido. La cumbre se veía ya y el amanecer empezaba a despertar. El sol mostraba sus primeros rayos muy levemente. El jadeo de la respiración era constante pero ya estaba allí. Quedaban 50 m escasos. Paré varias veces y de repente, la pendiente se suavizó. Estaba en la cumbre. ¡Cumbre! Me emocioné. Tanto entrenamiento, tanto soñar…Era un sueño conseguido…había llegado. ¡Qué bonito es esto! Las nubes bajo el volcán. Se veía al Antisana (5.705 m) que sobresalía entre ellas. El paisaje que me rodeaba era maravilloso. Al otro lado, debajo de mí, tenía el gigante cráter del Cotopaxi. Nos abrazamos todos los de la cordada, nos sacamos enloquecidos de alegría las fotos de rigor. La sensación es indescriptible. Me he emocionado escribiendo estas letras. El recuerdo me contagia. ¡Ha sido el amanecer más bonito de mi vida!»
Fragmentos del diario de viajes, «Volcanes sobre Nubes«
A unos 60 Km de Quito, por la carretera Panamericana, se llega al Parque Nacional del Cotopaxi. Un parque nacional de 33.393 ha. que alberga al coloso de 5.897 m, el volcán Cotopaxi. Uno de los volcanes activos más altos del mundo.
Las estadísticas de actividad del volcán Cotopaxi muestran un promedio de una erupción por siglo, lo que genera cierto temor en la población, ya que los efectos de éstas pueden ser catastróficos. Sus últimas erupciones fueron en 1877 y en 1904. En la primera de estas, los lahares producidos por los glaciares derretidos a causa de la lava, descendieron a gran velocidad por las laderas del volcán, destruyendo aldeas y valles, llegando la nube de cenizas hasta la costa pacífica de Esmeralda. Posteriormente a las últimas erupciones, ha mostrado algo de actividad en 1942 y más recientemente, desde el año 2003.
La belleza del Parque Nacional del Cotopaxi viene realzada por las presencia de este volcán y su geomorfología aunque sin olvidar la diversidad de flora y fauna que alberga. Entre estos últimos puedes llegar a ver al zorro andino (Lycalopex culpaeus andinus), a las llamas (Lama glama), a la gaviota andina (Chroicocephalus serranus) o al quindes (colibrí, fam. Trochilinae), entre otros.
El Cotopaxi es un volcán de fácil acceso pero requiere de experiencia y entrenamiento para su ascensión. La grietas y seracs son dificultades que hay que superar. Hay que decir que cientos de personas intentan la cumbre de este volcán y muchos no llegan a conseguirlo. La falta de aclimatación, los edemas pulmonares o cerebrales por la falta de oxígeno, las caídas en grietas, la falta de encordarse o de usar técnicas de alpinismo adecuadas, produce todos los años accidentes mortales. También son amenazas las avalanchas de placas, la caída de rayos en tormentas eléctricas o la falta de orientación.
Antes de iniciar la entrada al parque nacional se recomienda pernoctar en alguno de los múltiples albergues que encontramos en las poblaciones aledañas a este territorio. Esto ayuda a seguir aclimatando y a defenderse mejor del mal de altura. Algunos de estos albergues son el «Cuello de Luna», «San Agustín de Callo», el «Cara Sur», etc.
La entrada al parque nacional, bien por Machachi o por Chasqui, se hace con vehículo todoterreno, que nos llevan hasta las Lagunillas de Limpiopungo, y desde allí, al aparcadero (4.600 m) de subida al Refugio José Rivas (4.810 m). También es posible llegar hasta aquí con el servicio público de transporte. Para ello, desde Quito se toma el bus que va hasta Latacunga o a Ambato, parándose en Lasso. Una vez aquí, se alquila el transporte que te lleva a la entrada del parque y al aparcadero.
Una de las observaciones que hay que hacer del Cotopaxi es el estado de retroceso que sufren sus glaciares, lo que provoca que la ruta normal de ascenso esté cambiando constantemente.
Se inicia el ascenso a media noche, en la madrugada, cuando hay mayor formación de hielo y menos nieve en polvo. Esto proporciona mayor seguridad, evitando las avalanchas y encontrando los puentes de nieve sobre las grietas más seguros. La ascensión empieza desde el Refugio José Rivas, entrando en el glaciar. Este inicio suele ser con pendiente y con hielo duro, por lo que a veces se recomienda utilizar una cuerda fija. Pasada esta pendiente, se entra en una zona de grietas profundas, con sus puentes. Una vez atravesadas, se sigue una travesía ascendente que conduce hasta una arista que lleva a una pared rocosa llamada Yanasacha. Desde este paso, se continua por una ladera que lleva directamente a la cumbre, pasando algunas últimas grietas.
Se hace cumbre al amanecer y las vistas desde ella a toda la región son magníficas. Se pueden observar los otros majestuosos nevados, el Antisana, el Sincholagua, el Chimborazo o el Cayambé. A nuestros pies, el enorme cráter. No es de extrañar el olor a azufre que llega desde sus fumarolas.
Ya en el descenso, se hace por la misma ruta de subida. En total, el ascenso no ha llevado unas seis horas y descender otras tres. ¡Lo hemos logrado!
El Parque Nacional del Cotopaxi ofrece la oportunidad de realizar otras rutas o actividades. Desde el Área recreativa Boliche hay algunas rutas, como el sendero Quishua o el del Romerillo, fáciles y cortas que permiten conocer el entorno del parque y disfrutar de su flora y fauna. También es posible hacer noche en esta área recreativa, bien en las zonas habilitadas para la acampada o en las cabañas de que dispone. Asimismo, varias haciendas que se encuentran entorno a la zona del parque nacional también ofrecen actividades de ciclismo y cabalgatas.
Ahora nos toca continuar. Nuestro siguiente objetivo de este proyecto Volcanes sobre Nubes será el Cayambé. ¿Nos sigues?
Textos de @Efren_ST