Insólito paisaje, a la vez que cautivador, el de estas tierras olvidadas de Connemara.
Su montañas y lagos, su costa mellada y salpicada de pequeñas e innumerables islas, las turberas que se extienden como piel que cubre el terreno, suavizándolo a la vista…belleza extraña en esta región de agua y tierras remotas al oeste de Irlanda.
Aprovechando esta época del año, hoy quiero que me acompañes a latitudes más septentrionales, donde el verano da algo de calidez a la tierra y su paisaje adquiere más luz. No obstante, recuerda que nos vamos a un lugar donde las nubes y la lluvia forman parte del paisaje.
Nuestro destino se encuentra al oeste de Irlanda, entre Galway y Westport, flanqueado al oeste por la fuerza del Atlántico y al este por el gran lago Corrib y las montañas Maumturks. Nos vamos a la región de Connemara. ¿Te apuntas?
En Connemara, el paisaje debe sus orígenes a los levantamientos de la corteza terrestre que tuvieron lugar hace entre 400 y 500 millones de años, durante el Silúrico y el Devónico (Paleozoico), cuando los continentes convergían y se ensamblaban para formar el Pangea. Así, las rocas que subyacen en estos terrenos son las denominadas rocas metamórficas e ígneas.
La erosión y los levantamientos locales continuaron elevando estas rocas y formando las montañas de composición granítica que hoy custodian este paisaje, pero fue la última glaciación la que acabó de modelarlo, hace ya unos 10.000 años. A ella se deben la formación de los valles, los fiordos y los lagos que hoy ves por estos lares.
Lo primero que vamos a hacer es un recorrido por la costa desde Spiddal hasta Clifden. Este recorrido nos mostrará su paisaje accidentado, lleno de islas y entrantes de mar formando bahías, como la bahía Bertraghboy, y playas de arena blanca, como las de Gorteen y Dog’s.
La marea baja deja entrever la densa cobertura de algas que se agarran a las rocas, muestra de unos fondos ricos y llenos de vida. ¿Puedes sentir el olor al mar?

La especie quizás más popular a la hora de su explotación es el alga roja Chondrus crispus o Musgo de Irlanda, por sus diversas propiedades.
Las aguas lucen plácidas al refugio de la bahía, en contraste a la costa expuesta de frente al Atlántico, resistiendo su enviste. Un mar rudo y frío que sobretodo en el otoño e invierno sacude con sus tormentas atlánticas.
Tras dejar la costa, nos sumergiremos de lleno en las zonas de valles, montañas y turberas. Nuestra primera parada es el Parque Nacional de Connemara, en Letterfrack.
Como datos saber que el parque tiene una extensión de unas 2000 ha. y que en ellas se sitúan el conjunto montañoso de las Twelve Bens, además del característico paisaje de turbera y brezales.
Nos dirigimos al Diamond hill. Un sencillo recorrido de unos 6.7 Km que nos lleva a lo alto de esta colina y nos permitirá ver una hermosa panorámica del parque, de la extensión de las turberas y de la bahía que se abre hacia el mar.
Las zonas de turberas más próximas al mar son más húmedas y cenagosas. A medida que se gana altitud, el ambiente es algo más seco y se dan las turberas alpinas.
En estas zonas aparecen también los brezos (ej. Erica tetralix) que tapizan las laderas de la montaña.
Entre la vegetación abundan los juncos (Schoenus nigricans) pero quizás lo que te llame más la atención es saber de la presencia de plantas carnívoras entre la flora propia de las turberas. Sí carnívoras, como la drosera (Drosera spp.) y la pinguículas (Pinguiculas spp.) que atrapan y digieren insectos con sus hojas. Curioso, ¿verdad?
Contemplando el paisaje desde este sendero, cuesta imaginar como fue en otro tiempo cuando los bosques lo cubrían. Sí lo que oyes, el paisaje que tienes ante ti en otros tiempos estaba cubierto de árboles. Pero…¿qué fue lo que pasó?
Los primeros pobladores de esta zona, de los que se tiene constancia por los restos encontrados, eran agricultores del neolítico, hace unos 4.000 años a.C. La necesidad de preparar terrenos para el cultivo y el aprovechamiento de la madera les hizo talar buena parte de los árboles.
Con el tiempo, estos terrenos talados y utilizados para el cultivo se fueron abandonando. La composición del suelo que no permitía un buen drenaje de las aguas y su acidificación formó zonas pantanosas empobrecidas, donde solo podían crecer los juncos y los brezos.
Esta vegetación, al morir se iba acumulando en capas unas sobre otras, con un lento proceso de descomposición en condiciones anaeróbicas (sin oxígeno) y solidificándose, dando lugar a lo que conocemos como turba.
Las zonas más profundas de turba en el parque llegan a tener unos 5m de grosor y el estudio de los granos de polen conservados en ellas permite conocer la vegetación que hubo antiguamente. Conservadas también entre la turba se encuentran cepas (base de troncos) de pinos y algunas de ellas datan de hace 4000 años.
Hay que decir que no todas las turberas se formaron como consecuencia de la acción humana.
En las zonas altas, el origen de las turberas se debe a la acción del deshielo de los glaciares que anteriormente cubrían la zona. La morrenas o depósitos de materiales del mismo, formando zonas de mal drenaje en las llanuras, originó la formación de pequeños lagos. El crecimiento de la vegetación en estos lagos y su lenta acumulación y descomposición fue restandoles profundidad lagos hasta formar las turberas.
¡A qué sorprende saber como se formaron estas turberas que hoy cubren el paisaje de Connemara! Pues sigamos nuestro recorrido para poder seguir admirando este extraño paisaje.
La mejor forma de apreciar esta combinación entre el efecto del modelaje que causaron los glaciares, que en su momento cubrían esta región, y las turberas que hoy los sustituyen es adentrarse en los valles Inagh, Maam y Delphi. ¡Y esto es lo que vamos a hacer!
El recorrido discurre por carreteras secundarias, algo estrechas y solitarias, aspecto este último simbólico de estos lugares.
La R344 nos introduce en el valle Inagh. Valle de origen glacial flanqueado por las montañas Twelve Bens al oeste y las Maumturk al este.
Hacia la mitad del valle y extendiéndose hacia el sur nos encontramos con el lago Inagh. Durante el trayecto las turberas no dejan de acompañarnos a ambos lados de la carretera y rodeando al lago.
Todavía más solitario y pintoresco resulta el valle Maam al que llegamos a través de la R336. Este valle nos sitúa al otro lado de las montañas Maumturk, donde las turberas son más delgadas y llanas.
Al salir del valle nos encontramos con parte del fiordo de Killary, otro de los vestigios de la era glaciar.
Seguimos en ruta por la R335 para acercarnos al último de los valles que visitaremos, el valle Delphi que se abre camino entre las laderas del macizo Mweelrea y que nos lleva hasta el bello lago Dephi.
Un poco más allá nos espera un nuevo lago, el Doolough o Lago Negro. Éste último se encuentra entre las montañas Murrisk y de él se dice que es el más profundo de Irlanda. El valle Delphi y los lagos que en él yacen son también de origen glaciar.
Nos despedimos de esta región saliendo de ella por la carretera montañosa del Tawnyard pass llevándonos la extraña sensación de belleza y soledad que este paisaje infunde.
Este recorrido que te he invitado a seguir discurre por carretera y aunque no deja de ser hermoso y servir para llevarse una idea de este entorno, si dispones del tiempo suficiente y la climatología lo permite, te recomiendo que contactes con las agencias y guías locales para que te lleven a hacer los recorridos a pie que cruzan estas zonas.
Tanto la costa, como los lagos y montañas cuentan con varios recorridos que te mostrarán más en detalle la belleza y realidad de esta región. Aquí tan solo nos hemos introducido en ella. Aún así, ¡espero que lo hayas disfrutado!
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