¿Eras consciente, al contemplar las calas y acantilados de Mallorca, que antaño hubo allí un arrecife coralino?
No, ¿verdad?
Más allá del sol, turismo y playas, Mallorca reúne paisajes de una gran diversidad geomorfológia que se han ido modelando a lo largo del tiempo. Algunos de estos paisajes los encontrarás al sur de la isla, entre sus acantilados y calas.
Pues sí, hace ya unos cuantos millones de años, entre 6-7 (Mioceno Superior), el clima en el Mediterráneo era algo diferente.
Un clima tropical que dejaba temperaturas del agua superiores a los 20ºC.
Aguas cálidas que inundaban someramente gran parte de Mallorca, lo que permitió la formación de extensos arrecifes coralinos.
¿Te lo imaginas?
Las sucesivas fluctuaciones del nivel del mar y, por consiguiente, las nuevas formaciones coralinas sobre los anteriores depósitos, originaron estratos de diferente espesor y arquitectura que hoy afloran en distintas zonas del litoral mallorquín, principalmente en la costa sur de la isla, correspondientes a las plataformas de Llucmajor y de Santanyí.
A su vez, las fluctuaciones del nivel del mar provocaron el denominado paleocolapso kárstico.
Te preguntarás, ¿qué es esto?
Pues bien, los descensos del nivel del mar dejaban expuestas las formaciones coralinas a la acción del agua dulce y ésta se filtraba entre sus estructuras formando distintos sistemas de cavidades. Al subir nuevamente el nivel del mar, los nuevos materiales coralinos se acumulaban sobre las cavidades provocando un colapso o hundimiento por el peso. Este proceso, a grosso modo, es el paleocolapso kárstico y con él se formaron brechas, sedimentos detríticos, cementos, etc, que hoy se ven en los distintos afloramientos.
La costa acantilada de Llucmajor es la que muestra los mejores afloramientos debido a su acantilado continuo, que permite observar su estructura y características. El mejor punto de observación es el Cap Blanc, el punto más alto del acantilado con unos 90 m de altura. Desde allí observas la franja costera acantilada que se extiende a ambos lados, recortada por calas que han sido formadas por la acción esoriva de los torrentes fluviales y el mar al invadir las desembocaduras.
En esta franja costera de Llucmajor, las paradas que te recomiendo para contemplar este paisaje, ya sabiendo como se formó, son la zona del Cap Blanc y la Platja del Pi Nou.
El nombre de esta playa viene dado por los pinos que la rodean. Su longitud se extiende medio kilómetro tierra adentro entre dos paredes verticales de más de 30m, desde donde se continúan las vistas del acantilado.
Por la vertiente de la plataforma de Santanyí, la costa también es de tipo acantilada pero de menor altura que en Llucmayor, y recortada por numerosas calas y calons, con salientes, cuevas y otras formaciones derivadas de los fenómenos de paleocolapso kárstico y otros fenómenos erosivos más recientes.
Una ruta interesante que puedes hacer en esta zona es el recorrido que va desde Cap Salines hasta Cala Lombards (12.5 km). Ruta lineal por la franja costera que te permitirá disfrutar de su paisaje.
Como alternativa, puedes hacer sencillamente paradas en algunos de sus puntos costeros como el Cap Salines. Aquí, junto al faro, encontrarás una franja costera más baja y rocosa, y tendrás además una hermosa vista hacia el archipiélago de Cabrera.
Otra parada que te recomiendo es la Cala s’Almunia. Una pequeña cala o embarcadero natural, que el mar y el viento han forjado entre el acantilado. Y justo al lado el Caló des Moro, un talud de arena enclavado entre altas paredes pobladas por pinos, lentiscos y retamas. Salpicado por grandes bloques y bañado por un agua cristalina.
Como última parada, por el momento, tienes la Cala Llombards. Un arenal que penetra bastante hacia el interior, donde se encuentra con el pinar, y flanqueado por los altos y accidentados acantilados.
Visitar estos lugares y contemplar su paisaje sabiendo en parte lo que fueron y cómo se formó, te proporciona otra forma de verlo y valorarlo, y de admirar lo que la naturaleza y el tiempo son capaces de hacer. ¡Espero que lo disfrutes!